El trabajo remoto no fue una tendencia pasajera. Si bien muchas empresas han decidido volver a la oficina, para otras es una realidad permanente y buscan adaptarse a las nuevas dinámicas laborales de la actualidad. En esta situación, mantener y reforzar los valores corporativos fuera de la oficina presenta retos que no se deben ignorar.
En las conexiones interpersonales que se desarrollan en un entorno virtual, la comunicación puede ser más limitada y las señales culturales de la empresa menos evidentes. Este cambio exige una transformación de la forma en que las empresas inculcan y refuerzan su identidad corporativa.
Las organizaciones que prosperan en el trabajo remoto han demostrado que los valores corporativos pueden no solo mantenerse, sino incluso fortalecerse, mediante una combinación de tecnología adecuada, prácticas inclusivas y un liderazgo que actúe como ejemplo constante.
La clave radicará en reconocer que los principios corporativos no son un elemento estático, son un componente vivo que debe adaptarse a las circunstancias actuales. Un enfoque proactivo puede convertir el trabajo remoto en una oportunidad para redefinir y reforzar estos valores, y alinear a los equipos hacia objetivos comunes sin importar su ubicación.
La promoción de los valores corporativos en un entorno remoto recae, en gran medida, sobre los líderes de las organizaciones. Su capacidad para transmitir, reforzar y vivir los principios fundamentales de la empresa es crucial en contextos donde la interacción física es limitada.
En un escenario donde las herramientas tecnológicas reemplazan las charlas informales y las reuniones cara a cara, los líderes deben priorizar la creación de canales de comunicación accesibles y efectivos, adaptados a las necesidades del equipo. Escuchar de manera activa y responder con empatía no es solo un requisito práctico, sino una forma de inspirar confianza y reforzar el sentido de pertenencia.
El mayor desafío para los líderes en el trabajo remoto es garantizar que los valores no se diluyan con la distancia. Esto implica adoptar un enfoque coherente: los líderes deben "predicar con el ejemplo" y asegurarse de que sus propias acciones reflejen los principios que desean inculcar en el equipo.
Además, la comunicación clara y constante se vuelve esencial para evitar malentendidos y para reforzar los objetivos comunes. No se trata solo de transmitir información, sino de fomentar un diálogo bidireccional que permita a los colaboradores sentir que sus opiniones son valoradas.
Para facilitar la construcción de una cultura sólida y coherente en el trabajo remoto, los líderes pueden adoptar iniciativas específicas:
Los líderes no solo deben ser portavoces de los principios corporativos, sino también constructores de un entorno donde todos los colaboradores puedan interiorizarlos y vivirlos, independientemente de la distancia. Su compromiso y autenticidad son la base para que la cultura organizacional prospere en 2025.
Para las empresas B2B que operan bajo la modalidad remota, mantener los valores corporativos como el núcleo de la cultura organizacional requiere un enfoque estructurado y adaptado a las características únicas de cada organización.
Más allá de las diferencias de tamaño, industria o clima laboral, existen acciones clave que pueden ser implementadas para garantizar que los valores no solo sean un discurso, sino una guía tangible en las operaciones diarias. A continuación, exploramos cinco estrategias efectivas:
Los valores deben estar presentes en todos los canales de comunicación, desde reuniones hasta correos electrónicos y plataformas internas. No se trata solo de mencionarlos, sino de integrar referencias claras a los principios organizacionales en mensajes clave, objetivos y logros. Una táctica efectiva es incluirlos en reportes de desempeño o en historias de éxito dentro de la empresa, destacando cómo dichos principios han impactado positivamente en los resultados.
Los líderes son modelos fundamentales para la vivencia de los valores corporativos. Su comportamiento debe reflejar, sin excepciones, los principios que promueve la organización. Esto incluye decisiones éticas, trato justo a los colaboradores y una comunicación alineada con los valores. Cuando los líderes son coherentes, inspiran credibilidad y confianza, sentando la base para que los equipos los sigan naturalmente.
Incorporar un sistema de recompensas que destaque a quienes encarnan los valores organizacionales es una herramienta poderosa. Reconocer públicamente comportamientos ejemplares motiva a otros a replicarlos. Por otro lado, también es fundamental abordar y corregir acciones que contradigan los principios establecidos. Este balance entre premios y sanciones ayuda a reforzar la coherencia y consistencia en la cultura corporativa.
El trabajo remoto puede generar desconexión entre los equipos, por lo que es esencial diseñar actividades virtuales que refuercen los valores y fomenten la colaboración. Desde talleres sobre la misión de la empresa hasta espacios de diálogo donde los colaboradores compartan cómo los principios influyen en su trabajo diario, estas iniciativas promueven un sentido de comunidad, incluso a distancia.
Los valores no deben ser percibidos como conceptos estáticos. Es crucial actualizarlos y reforzarlos regularmente a través de programas de capacitación. Estas sesiones pueden incluir casos prácticos, discusiones sobre dilemas éticos y ejemplos concretos de cómo los valores impactan en la toma de decisiones. Esto asegura que los colaboradores no solo comprendan los principios, sino que sepan aplicarlos en contextos cambiantes.
En el contexto del trabajo remoto, la tecnología se convierte en el puente que conecta a los equipos dispersos con los valores organizacionales. Su papel es facilitar la comunicación, permitir la colaboración y reforzar la cultura corporativa de manera consistente.
Desde plataformas de videoconferencia hasta herramientas de gestión de proyectos, cada recurso tecnológico actúa como mediador en los procesos, asegurando que los valores trasciendan las barreras físicas y se mantengan como una guía en el día a día laboral.
Las herramientas específicas, como plataformas de comunicación interna, son esenciales para compartir mensajes clave y destacar historias que ejemplifiquen los valores corporativos.
Por ejemplo, aplicaciones como Slack o Microsoft Teams permiten integrar recordatorios visuales de los valores en canales específicos, mientras que plataformas de reconocimiento como Bonusly pueden destacar a colaboradores que demuestran comportamientos alineados con dichos principios.
Además de reforzarlos, estas tecnologías también fomentan un sentido de comunidad y pertenencia. Sin embargo, la elección de herramientas no debe ser arbitraria.
Es fundamental considerar las características de la organización, la naturaleza de sus mensajes y la audiencia a la que se dirigen. Adaptar la tecnología a las necesidades específicas de los equipos remotos permite maximizar su impacto.
Medir los valores corporativos puede parecer una tarea compleja, e incluso contradictoria, debido a su naturaleza abstracta y aspiracional.
Según los expertos, estos en sí no son susceptibles de evaluación directa. Lo que sí puede medirse son los comportamientos asociados a ellos: las acciones concretas de los colaboradores que reflejan el compromiso con estos principios.
Traducir un valor en manifestaciones conductuales permite identificar si realmente se está integrando en la vida diaria de la organización o si permanece como un ideal teórico.
Para lograr esta traducción efectiva, es necesario desglosar cada valor en principios claros de actuación. Por ejemplo, si uno de los valores centrales es la integridad, este podría observarse a través de indicadores como la transparencia en la toma de decisiones o el respeto por las normativas internas.
Es aquí donde la medición toma forma, no en los valores per se, sino en cómo estos se expresan en el comportamiento cotidiano de los equipos. Esto se realiza generalmente a través de herramientas cualitativas, como encuestas de percepción, entrevistas o análisis de casos reales dentro de la organización.
Intentar aplicar métricas puramente cuantitativas a los valores empresariales puede ser un error metodológico, ya que corre el riesgo de desvirtuar su esencia. Tal como argumenta Edgar H. Schein en su obra Corporate Culture, los valores deben interpretarse como parte de un ecosistema cultural más amplio, evaluado en términos de coherencia y vivencia, no como simples números.
Por eso, en lugar de buscar indicadores numéricos, las empresas deben centrarse en cómo fomentar y observar el impacto de los valores en el comportamiento y el clima organizacional.
Si tu empresa está enfrentando desafíos para mantener o reforzar los valores corporativos en un entorno remoto, en Zubia contamos con un equipo de expertos que puede ayudarte a diseñar estrategias efectivas y a implementar las herramientas adecuadas.
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