Dentro del mundo de las empresas, aportar valor es una de las metas más buscadas al momento de atraer o fidelizar clientes. En cierto modo, este agregado pareciera ser infalible al momento de desarrollar productos, impulsar campañas de comunicación o implementar acciones que garanticen la diferenciación en el mercado.
Una propuesta de valor representa la promesa que una marca ofrece a su audiencia, es decir, los beneficios únicos que proporciona a sus clientes, que la diferencian claramente de la competencia. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 42.2% de las empresas en México son pequeñas y medianas (PyMEs), por lo que tener una propuesta de valor clara y diferencial es un punto realmente importante.
Existen diferentes tipos de propuestas de valor. Aquellas que se enfocan en un beneficio funcional del producto o servicio en sí mismo, otras que atienden las ventajas emocionales poniendo el foco en qué le aporta la marca al consumidor más allá de su funcionalidad, y otras propuestas de valor denominadas de trascendencia cuyos beneficios están asociados a cambios de vida o propósito.
La creación de valor empresarial es fundamental al momento de ofrecer un servicio o producto único y valioso, que satisfaga las expectativas de los consumidores y que diferencie a una empresa de la competencia. En este sentido, para elaborar una propuesta de valor sólida las empresas deben identificar las necesidades y deseos del público objetivo y destacar cómo el producto o servicio ofrecido satisface esos requerimientos de la manera más eficiente.
De forma adicional, una propuesta de valor persuasiva también puede crear una conexión emocional con los consumidores, generando confianza y lealtad hacia la marca, lo que se traduce en fidelización de clientes.
De esta manera, la propuesta de valor, de la que tanto se oye hablar, se constituye como un identificador único de un negocio, el motivo por el cual los clientes lo eligen por sobre otras opciones. De allí su radical importancia al momento de elaborar estrategias de imagen de marca y comunicación: aportar valor es hacer que los clientes perciban que los beneficios que ofrece el producto son mucho más valiosos que el precio que pagan por él.
Lo que resulta relevante, además, es comprender lo que no es una propuesta de valor. No se trata de incentivos o ventajas de adquisición de producto que busquen cerrar una compra de forma inmediata, ni de un slogan o un discurso persuasivo. Tampoco es una declaración de valores o posicionamiento de la compañía.
En primer lugar, la introducción de nuevos productos y la búsqueda de mejoras es importante para satisfacer las necesidades variables de los clientes. La escucha activa será fundamental para garantizar una innovación constante.
A su vez, es necesario asegurarse de que los productos o servicios ofrecidos sean de alta calidad, ofreciendo consistencia y fiabilidad a los clientes.
Al momento de construir un verdadero aporte de valor empresarial, la experiencia del cliente ocupa un lugar relevante. Atender y mejorar los puntos de contacto del usuario con la empresa es un aspecto clave a considerar en las estrategias, sobre todo cuando una organización busca diferenciarse de la competencia en un contexto en el que la oferta es muy amplia y similar. La manera en la que una compañía trata a sus clientes puede ser un factor decisivo.
Finalmente, las empresas deben construir una imagen corporativa sólida que resuene con la audiencia a la que se dirigen. Es decir, transmitir confianza y calidad en cada comunicación y contacto con el cliente es también una forma de agregar valor. Nos referimos a la construcción de un sitio web, la descripción de los productos, materiales comerciales, el tipo de imágenes que se utilice, los mensajes que se transmitan, etc. Todos deben tener un hilo conductor, un tono adecuado y uniforme.
Implementar estrategias de valor añadido puede transformar los negocios y aumentar significativamente la satisfacción y lealtad de los clientes. Aquí compartimos algunas estrategias efectivas:
Aportar valor desde el ámbito empresarial va más allá de mostrar las ventajas de un producto o servicio. Implica una comprensión profunda de las necesidades del cliente y una dedicación constante a la innovación, calidad y diferenciación. Al implementar estrategias de valor añadido, las empresas podrán atraer nuevos clientes y fidelizar los ya existentes.
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