Siendo fundamental para destacarse entre la competencia, este valor empieza a ganar terreno en la voz de los líderes de empresas. Cuál es su definición y los motivos que la hacen tan relevante hoy.

Puede tardar años en construirse, pero destruirse en un abrir y cerrar de ojos. La reputación corporativa empieza a resonar en los pasillos de las empresas que la incluyen en cada decisión. No se trata de una mera acción, y menos de lo que piense la propia organización sobre sí misma. La reputación se crea con el pensamiento, las creencias y opiniones de las personas sobre la empresa y puede decirse que es a ellas a quienes pertenece.

“Es, ante todo, un relato que cuentan sus stakeholders. Cuando se trata de una buena reputación, este relato se refiere al reconocimiento por parte de sus clientes, colaboradores, proveedores, accionistas y otros grupos de interés de un comportamiento corporativo ejemplar”, inicia Salvador Sánchez, consultor de comunicación.

Su definición se refiere a la actitud con la que las personas se enfrentan, por un lado, a los productos y servicios de la organización y, por otro, a la organización como marca. Así es como la reputación es la narrativa que construye la gente y no las empresas.

Sobre este punto, Sánchez comparte que la reputación como tal “no se trabaja” y explica: “Se suele trabajar en las relaciones públicas vinculadas a la reputación, pero eso suele tener un efecto pobre, porque las personas saben leer entre líneas. Lo que las empresas deben hacer es trabajar sobre los hechos y sobre la forma en cómo se ven y se valoran esos hechos. La reputación, en sí, es un concepto y como tal no puede manipularse directamente”.

Ahora, la gran pregunta es: ¿cuáles son esos hechos que las empresas deben hacer para ganar y mejorar su reputación? El especialista explica que hay diferentes acciones como:

• El respeto a las leyes y reglamentos que rigen sus actividades.
• El apego a valores y principios éticos compartidos por los integrantes de las comunidades en las que operan.
• El desempeño conforme a los más altos estándares profesionales en todas sus prácticas.
• Responsabilidad social y un buen gobierno corporativo.
• Absoluta consistencia ante el paso del tiempo.
  
  

Así es como la buena reputación se construye día a día y con acciones, no con palabras. Toma tiempo forjar una sólida y positiva, pero puede destruirse en un momento, y no solo con hechos, sino también con palabras que incluso pueden estar lejos de la verdad. Hoy es frecuente que en las redes sociales y otros foros se hagan afirmaciones carentes de fundamento, a veces descabelladas y emitidas por emisores sin la menor credibilidad, que acaban causando daños reputacionales a veces muy costosos para personas y empresas.

Hay que tener presente que la pérdida de reputación no solo puede surgir por un “mal hecho”, sino también por la mala interpretación de los “buenos hechos”. En esta línea es que el consultor en comunicación de Zubia menciona que las compañías deberían no solo “cuidarse de no hacer u obrar mal”, sino también cuidarse de “no hacer cosas buenas que parezcan malas ya que la reputación es un tema de percepción”. Muchas veces no es lo que la empresa haga en sí, sino más bien en la forma en cómo se percibe lo que ha hecho.

Claves para ganar reputación

No es una tarea sencilla, pero tampoco es imposible. Para ganar, mantener y garantizar una reputación positiva es importante tener en cuenta algunos puntos. Este activo intangible se construye, de entrada, con un óptimo manejo de la imagen de la empresa, gestión cuidadosa de la marca, excelente experiencia del cliente, liderazgo de primer nivel, una cultura de empresa sólida y adecuadas relaciones con los medios y las autoridades. 

Las organizaciones empiezan a apostar y trabajar por lo que se denomina ‘Capital Reputacional’. Sánchez lo define como la “serie de actividades que tienen un valor hacia las comunidades, como algo positivo y que incide en tu reputación desde varios frentes”. Así es como las empresas llevan a cabo todas las acciones de comunicación, mercadotecnia, relaciones públicas, asuntos públicos, entre otros, siempre teniendo en la mente a la reputación como mira y la pregunta: ¿Qué podemos hacer para cuidarla?

Esto, sin dudas, ayuda a que, cuando haya un hecho que no sea tan bueno para la organización, la reputación no se destruya o no se pierda del todo en un instante.

Los beneficios clave 

Una buena reputación es un activo valioso para las organizaciones, que trae consigo un buen número de beneficios. Entre los consumidores, por ejemplo, tiende a incrementar la confianza y credibilidad otorgadas a la empresa y sus productos, y, por tanto, la lealtad hacia la marca, con el consiguiente impacto en las ventas. Para los colaboradores significa sentido de pertenencia, satisfacción y compromiso.

La reputación se ha vuelto relevante para las organizaciones que se dieron cuenta de que les abre infinitas puertas, las coloca en una posición favorable y les ofrece cartas de confianza, además de créditos económicos. Por otra parte, saben que una mala reputación puede quitar prestigio y hacer que las personas empiecen a desconfiar de ellas. Y, en el peor de los casos, la dificultad de acceder al mejor personal para trabajar.

Como cierre, Sánchez reflexiona que la reputación, fama, prestigio o buen nombre, aunque se refiera a una empresa, en realidad no le pertenece y cierra: “No es algo que pueda crear de la noche a la mañana, comprar o vender; ni siquiera puede modificarla significativamente si no logra convencer a sus stakeholders. Es un bien intangible que debe cuidar siempre teniendo en cuenta las interacciones de las personas con la empresa. Es algo que atañe, sin dudas, a las personas”.

La reputación es un valor fundamental para las empresas que empiezan a tenerla en cuenta cada vez más en la toma de decisiones. ¿Quieres saber cómo elevar tu reputación? Nosotros te ayudamos. Contáctate a través de este enlace https://meetings.hubspot.com/rviel